Politicemos la cultura

He firmado un texto sobre la situación cultural junto a Esteban Hernández, Nacho Vegas, Carolina del Olmo, Germán Cano, Javier Gallego, Santiago Alba Rico y César Rendueles, entre otros. Corto y pego unas líneas: «La industria cultural  se ha adentrado en una insistente racionalización, buscando la rentabilidad por los caminos más obvios, lo que tiende a aplanar lo producido, convirtiendo las creaciones en productos de consumo esencialmente idénticos. Como resultado, el aficionado a la cultura se sumerge en un hartazgo similar al de un votante que no percibe diferencias entre las posibles opciones de voto, y en una saturación que le vuelve anómico. El consumidor cultural acaba enfrentándose tanto a una oferta enorme que apenas puede discriminar como a la sensación de que no merece la pena dedicar tiempo a rebuscar entre ella». Sigue leyendo

Los hipsters son un paso atrás

Simon Reynolds, crítico musical de referencia, se posiciona sobre la tribu: «¿Qué opino de los hipsters? Sé que existen: me los he cruzado en los aeropuertos de Nueva York, Londres y Los Ángeles. En realidad, son un paso atrás, porque los viejos bohemios buscaban cosas que la sociedad no les ofrecía, como drogas o mayor libertad sexual, mientras que los hipsters actuales buscan cosas que ya ofrece el mercado. Antes ser hipster era un muestra de interés por la cultura negra, ahora es un simple estilo de consumo. Nadie admite ser un hipster, pero supongo que yo lo soy un poco, en el sentido de que disfruto los estilos retro, los diseños vintage y los discos raros. Solo me falta un corte de pelo interesante y un estilo propio de vestir. No compro mucha ropa, pero sí otras cosas en grandes cantidades: discos, libros, películas, tecnología… Acaparamos más contenidos culturales de los que podemos consumir. Yo el primero. En realidad, son productos, no es cultura hasta que alcancen algún tipo de relevancia social» (Rockdelux, octubre de 2014).